Barcelona ha dado con la tecla para regular los alquileres de temporada a través de su normativa urbanística. Esta modalidad de alquiler (habitualmente de un año de duración) está rompiendo el mercado de la ciudad, porque los caseros la utilizan para esquivar la regulación de precios que deben aplicar a los alquileres habituales, de cinco años de duración. La fórmula pasa por modificar el Plan General Metropolitano (el PGM, el planeamiento urbanístico de la ciudad) distinguiendo entre el uso habitual y permanente de la vivienda sobre su uso temporal (cuyos motivos, como laborales o de estudios, deberán acreditarse). Y a posteriori, habilitar al Ayuntamiento a regular o condicionar la implantación de usos temporales, incluso acotando a distritos o barrios concretos, a través de un plan especial que concrete el detalle del cómo y donde. El plan especial es la fórmula con la que Barcelona reguló los alojamientos turísticos: fijando las tipologías y en qué barrios se prohíben o dónde puede crecer la oferta.