Ya están los cerdos comiendo bellotas en la dehesa de Extremadura. Buscan alimento a su aire en el parque natural de Cornalvo, a 10 kilómetros de Mérida. Se encuentran cercados, claro, y las fincas tienen dueño, pero los senderos que las atraviesan son públicos y por ellos se camina (forman parte de alguna de las nueve rutas de senderismo existentes). Grupos de escolares y familias de la zona se acercan a ver cómo los gorrinos engordan hasta un kilo al día, dicen los que hacen jamones de ellos. También hay turistas a los que envía el parador de Mérida, una recomendación personal de Daniel de Lamo, su director, que los anima a acercarse por su cuenta: para este safari no se necesita guía. Gusta la dehesa, no se conoce tanto (tampoco Extremadura). Tiene su aquel el paisaje: el verde intenso de la hierba, alimento también para los cerdos; el verde más oscuro de las encinas y los alcornoques; el pelo negro de los animales, que no paran, que hacen 10 kilómetros al día. Merece la pena la excursión a esta sabana –incluso si llueve (ver foto de abajo)–, complementa las esperadas visitas al anfiteatro o al teatro romano de Mérida.
Redacción y guion:
Mariano Ahijado
Coordinación editorial:
Francis Pachá
Fotografía:
Jorge Armestar
Desarrollo:
Rodolfo Mata
Diseño:
Juan Sánchez
Coordinación de diseño:
Adolfo Domenech