El embajador argentino en Madrid, Roberto Bosch, tiene las horas contadas. El Gobierno de Javier Milei ha decidido removerlo de su cargo tras meses de estar en la mira de la Casa Rosada. Bosch es un diplomático de carrera de “perfil muy bajo”, según lo definen en la Cancillería argentina, y un superviviente de la gestión del peronista Alberto Fernández. Cuando se produjo el cambio de Gobierno, en diciembre del año pasado, ocupaba el segundo lugar en la embajada, debajo de Ricardo Alfonsín, hijo del expresidente radical Raúl Alfonsín. La canciller de entonces, Diana Mondino, decidió dejarlo en Madrid en reemplazo del embajador saliente. Bosch siempre fue consciente de que no era un pura sangre mileista y que su salida era sólo cuestión de tiempo. El reemplazo de Mondino por Gerardo Werthein aceleró los tiempos. El nuevo canciller asumió con el mandato de Milei de identificar dentro de la Cancilleria a “impulsores de agendas enemigas de la libertad”.