Las acciones de cada individuo forman un tejido vivo, una red de infinitas causas y consecuencias que determinan el curso de la historia. Hay quienes se ponen delante de los fusiles cuando cae la noche e impiden que la oscuridad lo envuelva todo. Poco después de las 22.30 del martes, cuando el anuncio de la declaración de la ley marcial de emergencia la sorprendió en un restaurante próximo a la Asamblea Nacional, Ahn Gwi-ryung, una política surcoreana de 35 años, menuda, con media melena y vestida con chaqueta de cuero, se subió corriendo a un taxi y se dirigió a la sede del Parlamento. “Sentí que la democracia estaba en peligro; sentí miedo del Gobierno”, recuerda un día después, a los pies del edificio que alberga el Poder Legislativo de Corea del Sur.