
Es público y notorio que han cambiado las tornas. Es espectacular el contraste entre la tranquila vida política catalana y la desagradable trepidación que sacude la política en Madrid, tanto en las instituciones del Estado como en las de la comunidad autónoma, y no digamos en sus medios de comunicación. Se ha instalado como un lugar común que se trata de la exportación del procés al resto de España, pero no hay unanimidad sobre su significado: para unos es la continuación del esfuerzo independentista por otros medios y para otros solo el carísimo precio pagar para la sanación de los casi diez años de pugna secesionista en Cataluña.