En 1955, la última gran aventura (póstuma) de Lola Montes fue la película que le dedicó el director Max Ophüls. El genio alemán se despedía del cine con una obra en cinemascope sobre la agitada vida de esta célebre bailarina de danza española. Lejos de los escenarios de Europa, Lola Montes viaja por su memoria desde la pista de un circo de Nueva Orleans. Allí, exhibida como una atracción de feria, recuerda sus escándalos amorosos mientras el maestro de ceremonias (Peter Ustinov) la presenta como un monstruo con ojos de ángel, una femme fatale entre rejas.